Son las 8.30 y nos disponemos a embarcar en el aeropuerto de Sevilla. Los rostros de nuestros chicos reflejan claramente el nerviosismo y la expectación propias del momento. No es para menos: por fin da comienzo una actividad que llevamos preparando desde Noviembre, y que nos llevará a un país lejano, a un pueblo y unas gentes desconocidos para todos nosotros.
Si alguno de los expedicionarios pensaba que en un viaje como el nuestro no hay lugar para lo imprevisto, en unos minutos tendrá que cambiar de opinión: ¡Perdemos el avión para Copenhague! La niebla retrasa tres horas la salida de nuestro vuelo a Madrid, con lo que perdemos irremisiblemente la conexión con la capital danesa.
Cuando por fin llegamos a Madrid, la compañía aérea nos cambia los billetes a Copenhague para salir el día siguiente y nos lleva a un hotel próximo al aeropuerto. Tras comer, decidimos sacar partido de este contratiempo y nos dirigimos en metro al centro de Madrid: vamos a obsequiar a la capital con una inesperada visita.
