El miércoles, 18, después de nuestra presentación en Fenix, vamos a conocer la ciudad de Jönköping y su universidad. Los chicos van en tren, que les resulta gratis en toda la provincia (cosas del Estado del Bienestar, ya veis), mientras que Manuela, Ulla y yo vamos en el coche de Ulla para tener más tiempo allí y volver cuando nos convenga.
La ciudad es muy bonita, al menos su casco antiguo y el área de las antiguas fábricas de cerillas, ya inactivas pero convertidas en un centro de atracción turística. Tras dar un agradable paseo, llegamos a la universidad, en concreto, al edificio de la JIBS (Jönköping International Business School), donde vamos a tener un encuentro con profesores y estudiantes de la misma.
En esta universidad hay cuatro facultades, muy poco para los estándares españoles, pero sólo en apariencia. En realidad, más que facultades en el sentido que aquí damos a este término, son cuatro grandes áreas de estudio, cada una de las cuales ofrece varias titulaciones, especialidades y masters. Estas cuatro áreas son:
- Educación y Comunicación: incluye estudios de Pedagogía, Psicología, Periodismo y Comunicación Audiovisual.
- Economía y Empresa (Business): el mundo de las ciencias empresariales, la administración y dirección de empresas, etc.
- Ciencias de la Salud.
- Ingenierías. Además de la titulación clásica (civil engineering), incluye Biotecnología, Ingeniería Química e Ingeniería Ambiental.
Dos profesoras nos explican en inglés la estructura y funcionamiento de la universidad, bastante parecido al modelo anglosajón, pero con una diferencia importante: es gratuita para los ciudadanos suecos (otra vez el Estado del Bienestar asomando sus orejitas por aquí). Para los extranjeros hay un sistema de becas y, para todos, ayudas para alojamiento en la ciudad de Jönköping. La mayoría de las titulaciones requieren cuatro años de estudio (no olvidemos que, a diferencia de lo que sucede en España, el Bachillerato dura tres años y termina cuando el estudiante tiene 18-19 años) y después se pueden cursar estudios de master, más o menos directamente conectados con el mundo laboral, y de dos años de duración.
Cuando las profesoras terminan su exposición y responden a las preguntas de nuestros alumnos, muy interesados en el tema, llega el turno de una chica y un chico madrileños que vinieron aquí a terminar sus estudios de Telecomunicaciones -convalidación asegurada previamente- para después cursar un master, también convalidable con estudios de postgrado en España. Los dos hablan muy elogiosamente del sistema académico sueco, que consideran muy superior al que padecieron en Madrid (quien escribe esto tiene una opinión enormemente negativa de la universidad española, así que no le cuesta nada aceptar el punto de vista de los estudiantes madrileños). En cuanto al aspecto "vivencial" de su experiencia, están encantados del ambiente tan internacional de Jönköping, donde viven rodeados de estudiantes de todo el mundo, especialmente de Latinoamérica y Extremo Oriente.
Nuestros estudiantes les escuchan interesadísimos. Algunos -pocos- estaban considerando la posibilidad de estudiar en el extranjero. Todos, en cualquier caso, se reconocen en estos dos chicos sólo algo mayores que ellos que están viviendo la fascinante experiencia de estudiar en un país tan distinto como Suecia, rodeados de compañeros de todo el mundo, y que muestran tanta satisfacción por ello. Al final hay un montón de preguntas de todo tipo. Muchas giran en torno a las dificultades con el idioma. Por ejemplo:
- ¿Cómo os apañáis con el sueco?
- Apenas hemos aprendido nada en casi dos años. En realidad, puedes hacer casi toda tu vida en inglés. Aquí todo el mundo lo habla. Pero si quisiéramos encontrar trabajo aquí, entonces sí que nos haría falta.
- ¿Y en la universidad, no necesitáis el sueco para los estudios?
- La universidad ofrece más de 60 cursos distintos en inglés, casi la mitad del total de su oferta educativa.
La visita toca a su fin y los profes damos otro paseo, esta vez junto al espectacular lago Vättern, el segundo más grande de Suecia. A continuación, yo tomo el tren para Vaggeryd, adonde llego a eso de las 17.00. Me recoge Tommy y vamos a su casa, donde cenamos opíparamente. Y ahora viene la sorpresa final de este intenso día: IngMarie y Tommy, anfitriones encantadores donde los haya, me van a llevar a recorrer en coche la comarca, para que pueda apreciar cómo es el medio rural de Smaland.
¡Qué preciosidad! La campiña es un bellísimo mosaico de prados, bosques, lagos, ríos y casas dispersas pintadas de rojo. La luz del atardecer resalta, con todos sus matices, los mil colores que componen el paisaje, desde el verde eléctrico de las hojas nuevas de los abedules hasta el blanco purísimo con que refulgen casi todas las vallas. Demasiado tarde, me doy cuenta de que Tommy está dispuesto a parar donde yo quiera para hacer fotos. Aun así, hago algunas muy bonitas, pero ya no hay buena luz.
Al terminar el recorrido, dejamos el coche al otro lado del lago que está junto a Fenix y nos internamos en un tupido bosque salpicado de charcas. Al parecer, IngMarie y Tommy tienen localizados en esta zona a varios alces y vamos a intentar dar con ellos. El lugar me recuerda otros muy similares en Canadá, donde también he practicado la "búsqueda del alce al atardecer", en un hábitat muy similar. Finalmente, los alces no aparecen, pero sí vemos algunos ciervos y corzos.
Volvemos a casa y pasamos un rato comentando las incidencias del día mientras tomamos un zumo. Después dedico unos minutos a escribir este diario, y, por fin, me voy a dormir.