domingo, 18 de septiembre de 2011

Calidez escandinava / Scandinavian warmth





Ya sé que es un tópico demasiado burdo como para que merezca dedicarle un comentario, pero no está de más hacerlo. Desde que llegamos a tierras suecas el pasado lunes hemos disfrutado de una acogida inmejorable. No me ha sorprendido lo más mínimo; puesto que todos los años vengo a esta región con un grupo de entre 20 y 30 estudiantes, que luego reciben a sus compañeros suecos en Sevilla. Sin embargo, creo que esta vez nuestros amigos se han superado a sí mismos. Todos –alumnos y profesores – nos han hospedado con extrema amabilidad, nos han preparado un programa de actividades realmente variado e interesante, han solucionado con presteza cualquier pequeño problema que pudiéramos tener. Desde este ángulo humano, nuestra estancia en Vaggeryd está siendo  una magnífica experiencia.
En cuanto al contenido de la primera “Fenix World Conference”, también hay que hacer un balance claramente positivo. El simple hecho de reunir bajo un mismo techo a estudiantes y profesores de países tan distintos como Francia, Polonia, Japón, España, República Checa, Alemania y Kenia, ya es de por si fuente de muy interesantes interacciones. Naturalmente, la gran estrella del encuentro fue la delegación keniata, que desde un principio contagió su alegría a todos los asistentes. En general, compartir ideas, ilusiones y – por qué no – temores con gente de un origen geográfico y cultural tan variado, es quizá la mayor aportación de este evento a nuestro aprendizaje.
¿Y qué decir de mis estudiantes? Marta, Carlos, Alfonso y Sara (por orden alfabético de apellido, para que nadie se mosquee) han sido esforzados participantes – tuvimos que impartir  nuestro seminario cuatro veces en dos días, sin contar el tiempo dedicado a prepararlo – y excelentes compañeros de viaje. Lo hicieron muy bien, y obtuvieron de los asistentes muchas merecidas felicitaciones.  También hay que destacar su excelente nivel de inglés, que seguro que ha mejorado aún más tras una semana de práctica continua, y en muy diferentes registros. Tan sólo me voy a permitir una pequeña y cariñosa crítica hacia ellos: me hubiera gustado que, cada vez que terminábamos una “actuación” me hubieran ayudado a desmontar y guardar nuestros cacharros  en lugar de salir corriendo. Pero es sólo un detalle sin importancia, je, je.
Last but not least, no puedo pasar por alto al alma mater de este encuentro, mi  amigo Raymond Pettersson. Si alguien encarna fielmente la calidez escandinava a la que alude esta nota, es sin duda Raymond. Eficaz como nadie en su trabajo, hábil organizador, incansable, enérgico y delicado a la vez, Raymond me ha abierto además las puertas de su casa y su vida familiar con un cariño y una generosidad fuera de lo común. No me gusta repetir frases manidas, pero para expresar lo que siento no encuentro otra mejor que decir que su amistad es para mí un gran privilegio.
El viaje está tocando a su fin y sé que cuando volvamos no tendré mucho tiempo para escribir sobre el contenido de la Fenix World Conference. Sin embargo, intentaré hacer un análisis de algunos de sus más importantes aspectos, desde el punto de vista ambiental y social. Entretanto, dejo aquí constancia de la valoración positiva que me merece y del deseo de que podamos participar en futuras experiencias similares.